
Forre un colador grande con una doble capa grande de gasa y colóquelo en el fregadero.
En una cacerola grande y ancha, hierva la leche a fuego medio, revolviendo con frecuencia para evitar que se queme el fondo (una cacerola antiadherente es ideal para este propósito). ¡Esto llevará un tiempo, así que tenga paciencia!
Agrega el jugo de limón y reduce el fuego a bajo. Mientras revuelve suavemente, debería ver que la cuajada (sólidos de leche blanca) y el suero (el líquido verdoso) se separan casi de inmediato. ¡No te preocupes, esto es perfecto!
Retire la cacerola del fuego y vierta con cuidado el contenido en el colador forrado con una gasa. Enjuague suavemente con agua fría para eliminar el sabor a limón. En este punto, puede exprimir un poco de líquido y servir con un poco de miel y algunas nueces, ¡casi como una ricota fresca!
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